CORAJE
Caminaba
sola por la playa de un atardecer vacilante, cuando de repente, sentí la
necesidad de gritar más fuerte que mi propio límite. Al gritar, un eco retumbó
en mi mente y tal cual sucedió, un flujo que me llenó de coraje, me inundó de
forma salvaje, revertiendo mi aprendizaje en el maestro de aquello que fui.
Ahora soy éste, un humilde humano, sano y próspero de dones.