3ª Reunión: LA HUELLA DE LOS ESTIGMAS


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Estaba tranquilamente sentada en mi escritorio, indecisa, sin tener nada claro qué era lo que quería decir. En ese momento de incertidumbre, entró un mensaje de esos que ahora corren como la pólvora, solicitando firmas para reivindicar algo que muchos no apoyan y que se considera una falta grave contra los derechos humanos. Estaba a punto de desestimarlo, pues al final estas novedosas herramientas acaban convirtiéndose en algo aparentemente poco útil, pero un sexto sentido me hizo que no lo hiciera, así que siguiendo ese instinto, abrí la notificación. “TRUMP ENJAULA NIÑOS”. Este es el resumen de lo que acababa de recibir, no hay mucho más que contar. Niños en jaulas y ante tribunales como si fueran delincuentes. Quedé tan perpleja que no pude evitar que las lágrimas me arrollaran, como últimamente era habitual tras tanto sin sentido.
Como os contaba en anteriores ocasiones, el desasosiego emocional intento relajarlo con meditación, con la curiosidad de que últimamente cuando me conecto profundamente, entro en un vórtice que me transporta más allá del tiempo y me conduce a un espacio donde me comunico con los extraterrestres. Cada vez que llego, parece que me estuvieran esperando para sentarnos en esa mesa de reuniones en la que me explayo. La Comisión Intergaláctica, comienza a ser famosa y variopinta, indescriptible, diría yo, tanto que cualquier ser conservador, huiría despavorido ante aquel sinsentido para el humano de mollera cerrado y ojos velados por la materia.
-          Llegas tarde – me dijo una anciana violeta con garras en pies y manos y boca en forma de “trompeta”.
-          Lo siento… no sabía…
-          Que no vuelva a ocurrir – añadió -.
De repente, un diminuto duendecillo de color verde y amarillo, se rió a carcajadas para acabar diciéndome:
-          Te lo has creído. Te ha creído la acusación de la andromediana!!! No ves que te está poniendo a prueba…? Como vas a llegar tarde si aquí no hay tiempo…? Está claro que tu programación celular es muy poderosa, creo que a los humanos os costará eones liberaros de ese parámetro.
De nuevo me quedé perpleja. El duendecillo de marras tenía razón ¿cómo iba a llegar tarde…? Eso era imposible en aquella dimensión. Respiré profundo, deseando que el aire regenerara todas mis células y les enviara el mensaje para que se tranquilizaran. A cada inspiración y exhalación, comencé a percibir el alivio.
En aquella mesa no existía la exigencia, ello sólo era una proyección más de mi mundo terrenal.
-          En Ganímedes nos ocurrió algo similar, no te apures humana, es normal que nos sintamos confundidos, pero presiento que llegas aquí por algo que te tiene preocupada… - me dijo, invitándome a expresar lo que me angustiaba -.
-          Allí en la Tierra ocurre algo tan inexplicable que ni siquiera sé como exponerlo, la verdad – confesé -. Lo voy a intentar – aclaré mi garganta, pues iba a ser larga la explicación -. Se trata de una situación que no sé cómo puede resolverse, si es que se puede, ni tampoco como hemos llegado hasta ahí. Os hablo de nuestra terrible DUALIDAD. Tiene tal calibre y tal relevancia que se me hace muy difícil ponerle palabras. El sentimiento de que todo está dividido en dos, nos tiene separados por dentro y por fuera.
-          Así es, lo hemos percibido, hay tal apego a la dualidad que cuando os miramos podemos descifrar todas las secuencias que os desunen y que forman parte de vosotros, aunque creáis que es ajeno – comentó una circense con mallot de brillos y melena repleta de florecillas diamantinas – ahora mismo ésta circense que ves en mí, es un recuerdo de tus células, que al no poder identificarme en nada, ubicarme en ningún lugar, ni encontrar referencias en sus archivos, se inventan una forma y me ponen una identidad. Este es el apego material al que me refiero. Para los humanos, toda energía tiene que tener forma conocida. Habéis desarrollado una gran habilidad, tengo que reconocerlo… pero… perdona… sigue… disculpa esta aclaración…
A la falsa circense, de repente le desapareció el mallot y apareció un manto cristalino por el que parecía chorrear agua. Preferí no fijarme en esos detalles y centrarme en mi exposición.
-          Como os decía, actualmente en el Reino de los Humanos, todo funciona separado, esta separación se ha hecho a base de poner etiquetas a todo lo que es diferente a algo preestablecido. Esas etiquetas han dejado tanta huella, que se han convertido en estigmas. Todos los humanos estamos “etiquetados” por decenas, incluso algunos por centenares de etiquetas. No existe una etiqueta que no nos perjudique, pero nadie es capaz de desetiquetar y librarse de esos apósitos insalubres y asesinos de la esencia principal.
-          ¿Etiquetas…? ¿Huellas…? ¿Estigmas…? – repitió un ser verde parecido a un camaleón por el poder de transformación de su piel – acláramelo mujer, no te entiendo.
-          Pues eso… por ejemplo, hoy nacer mujer es un estigma, tan sólo por ello vas adornada de múltiples etiquetas. La de sumisa, débil, manipuladora, objeto, culpable de todos los males, motivo de la bajeza del hombre, puta, pendeja, bruja, siniestra, princesa… y un sinfín inacable. Pero no importa, porque si naces hombre, te encuentras igualmente etiquetado por los instintos más básicos, dominante, abusador, traidor, agresor, dictador, fuerte, salvador, el que lo puede todo, el puto amo de su reinado, etc…
Lo peor es que además de todas las etiquetas de género, se tienen que añadir otras producto de más diferenciación, así también existen las etiquetas de gay, maricón, tortillera, beata, machote, fulana, etc…
Pero sigue sin acabar ahí la cosa, porque si hablamos estatus social, nacionalidades, política, culturas, razas o etnias varias, tenemos a los subdesarrollados, tercermundistas, a los sudacas, negritos, chinitos, a la casta, a la new age, a los nazis, a los rastas, a los pagafantas, a los fachas, a los ninis…
Y si nos vamos por los caminos del espíritu, nos encontramos con los falsos gurús, los charlatanes, los inquisidores, los de las órdenes, los imitadores de cristo, los que no dan un palo al agua en nombre del espíritu, los tarotistas de mercadillo y un sinfín de supercherías.
-My Good!!! – escuché exclamar con voz muy pija a una alienígena con tipo de kardashian -. My Good!!! – repitió – no me lo puedo creer… Eso es inhumano.
-          Lo es, es terrible, sobre todo porque al final no existe un solo individuo en todo el planeta que no lleve etiquetas, pues aunque te creas impoluto de ellas, si preguntas al enemigo seguro que tienen muchas para ti.
Así da igual que seas blanco, negro o colorao… que seas simpático, agradable, o un tarao… porque seguro que también eres facha, o gay o de esos de la new age, algo tienes que tener que te separe del todo. Si eres moreno de piel, tienes muchos números para ser un pobre ratero de quien se tiene que desconfiar. Si eres musulmán eres terrorista de la yiha, si eres colombiano del narcotráfico, si eres mejicano un machista de cuidado, sólo si eres japonés pareces haberte ganado un respeto, pues tus movimientos ritualísticos y serenos, te convierten en un gran ejemplo.
Tuve que hacer un breve inciso para coger aire, pues todavía podría seguir sin encontrar el fin.
-          Creéis que acaba aquí la cosa, pues no, los estigmas no tienen fin, aún siquiera os he hablado de las etiquetas a  los pobres y necesitados, vagos y uraños, ni de las minorías de los discapacitados, enfermos y chalados, de los síndromes que a muchos avergüenzan y de los endemoniados.
-          Por favor, déjalo aquí. Basta. No más. No lo puedo soportar… - gritó algo histérica una glacial mujer que parecía que se iba a disolver… Entonces… ¿cómo lo hacéis…? – me preguntó como si yo tuviera una respuesta que pudiera liberar a esos niños que Trump separaba sin ninguna responsabilidad sobre lo que ello significaba -. En realidad todos estáis enjaulados, separados por barrotes que os encasillan por departamentos, como si fuerais tornillería en un taller para que ninguno se mezcle con el otro, por si el mecánico se confunde.
-          Así es. Sospecho que todo está escondido en la GRAN ETIQUETA – confesé -.
-          ¿LA GRAN ETIQUETA…? – se escuchó de forma repetida -.
-          ¿Esa cual es…? – preguntó un simplón con cara de bonachón, ojos de bolas negras y cejas angulares.
-          La peor, la que lo contiene todo, la que invita a la DUALIDAD UNIVERSAL, la GRAN ETIQUETA DEL BIEN Y DEL MAL – les dije observándoles a ver cual era su reacción -.
-          ¿El bien y el mal? ¿Eso qué es? – pregunto una niñita con carita de ángel y ojos de demonio inyectados en sangre -.
Me asusté. No pude evitar dar un respingo al ver encarnado ambos lados en aquel ser que me seguía observando esperando que le respondiera con alguna reflexión de las mías.
-          Bufff, creo que ya lo entiendo, creo que el bien y el mal está en mi forma de mirar, en cómo te veo, en como proyecto lo que yace en mis adentros.
Sorprendentemente, conforme iba cejando en mi empeño por comprender como funcionaba la conciencia planetaria y entrando en el silencio, a la niñita se le fueron aclarando sus vívidos ojos y comenzó a sonreír. Para mi sorpresa, después de aquello, me sujetó de la mano y me dijo…
-          Vamos al TODO ¿me acompañas…?
Sin pensármelo sujeté su mano y la acompañé.
Cuando regresé de esta meditación pude proyectar esa conciencia universal en la que por unos instantes habité, sólo deseaba que aquella experiencia que ahora tenían mis células se convirtiera en una realidad para todos los habitantes de este planeta. Tal y como lo sentí, lo visualicé. Si, era posible habitar más allá de la dualidad, no es una utopía. Hoy lo sé. Es mi experiencia.


Joanna Escuder
28 de Julio de 2018