Estaba
tranquilamente sentada en mi escritorio, indecisa, sin tener nada claro qué era
lo que quería decir. En ese momento de incertidumbre, entró un mensaje de esos
que ahora corren como la pólvora, solicitando firmas para reivindicar algo que
muchos no apoyan y que se considera una falta grave contra los derechos
humanos. Estaba a punto de desestimarlo, pues al final estas novedosas
herramientas acaban convirtiéndose en algo aparentemente poco útil, pero un
sexto sentido me hizo que no lo hiciera, así que siguiendo ese instinto, abrí
la notificación. “TRUMP ENJAULA NIÑOS”. Este es el resumen de lo que acababa de
recibir, no hay mucho más que contar. Niños en jaulas y ante tribunales como si
fueran delincuentes. Quedé tan perpleja que no pude evitar que las lágrimas me
arrollaran, como últimamente era habitual tras tanto sin sentido.
Como os
contaba en anteriores ocasiones, el desasosiego emocional intento relajarlo con
meditación, con la curiosidad de que últimamente cuando me conecto
profundamente, entro en un vórtice que me transporta más allá del tiempo y me
conduce a un espacio donde me comunico con los extraterrestres. Cada vez que
llego, parece que me estuvieran esperando para sentarnos en esa mesa de
reuniones en la que me explayo. La Comisión Intergaláctica, comienza a ser
famosa y variopinta, indescriptible, diría yo, tanto que cualquier ser
conservador, huiría despavorido ante aquel sinsentido para el humano de mollera
cerrado y ojos velados por la materia.
-
Llegas tarde
– me dijo una anciana violeta con garras en pies y manos y boca en forma de
“trompeta”.
-
Lo siento…
no sabía…
-
Que no
vuelva a ocurrir – añadió -.
De repente,
un diminuto duendecillo de color verde y amarillo, se rió a carcajadas para
acabar diciéndome:
-
Te lo has
creído. Te ha creído la acusación de la andromediana!!! No ves que te está
poniendo a prueba…? Como vas a llegar tarde si aquí no hay tiempo…? Está claro
que tu programación celular es muy poderosa, creo que a los humanos os costará
eones liberaros de ese parámetro.
De nuevo me
quedé perpleja. El duendecillo de marras tenía razón ¿cómo iba a llegar tarde…?
Eso era imposible en aquella dimensión. Respiré profundo, deseando que el aire
regenerara todas mis células y les enviara el mensaje para que se tranquilizaran.
A cada inspiración y exhalación, comencé a percibir el alivio.
En aquella
mesa no existía la exigencia, ello sólo era una proyección más de mi mundo
terrenal.
-
En Ganímedes
nos ocurrió algo similar, no te apures humana, es normal que nos sintamos
confundidos, pero presiento que llegas aquí por algo que te tiene preocupada… -
me dijo, invitándome a expresar lo que me angustiaba -.
-
Allí en la
Tierra ocurre algo tan inexplicable que ni siquiera sé como exponerlo, la verdad
– confesé -. Lo voy a intentar – aclaré mi garganta, pues iba a ser larga la
explicación -. Se trata de una situación que no sé cómo puede resolverse, si es
que se puede, ni tampoco como hemos llegado hasta ahí. Os hablo de nuestra
terrible DUALIDAD. Tiene tal calibre y tal relevancia que se me hace muy
difícil ponerle palabras. El sentimiento de que todo está dividido en dos, nos
tiene separados por dentro y por fuera.
-
Así es, lo
hemos percibido, hay tal apego a la dualidad que cuando os miramos podemos
descifrar todas las secuencias que os desunen y que forman parte de vosotros,
aunque creáis que es ajeno – comentó una circense con mallot de brillos y
melena repleta de florecillas diamantinas – ahora mismo ésta circense que ves
en mí, es un recuerdo de tus células, que al no poder identificarme en nada,
ubicarme en ningún lugar, ni encontrar referencias en sus archivos, se inventan
una forma y me ponen una identidad. Este es el apego material al que me
refiero. Para los humanos, toda energía tiene que tener forma conocida. Habéis
desarrollado una gran habilidad, tengo que reconocerlo… pero… perdona… sigue…
disculpa esta aclaración…
A la falsa
circense, de repente le desapareció el mallot y apareció un manto cristalino
por el que parecía chorrear agua. Preferí no fijarme en esos detalles y
centrarme en mi exposición.
-
Como os
decía, actualmente en el Reino de los Humanos, todo funciona separado, esta
separación se ha hecho a base de poner etiquetas a todo lo que es diferente a
algo preestablecido. Esas etiquetas han dejado tanta huella, que se han
convertido en estigmas. Todos los humanos estamos “etiquetados” por decenas,
incluso algunos por centenares de etiquetas. No existe una etiqueta que no nos
perjudique, pero nadie es capaz de desetiquetar y librarse de esos apósitos
insalubres y asesinos de la esencia principal.
-
¿Etiquetas…?
¿Huellas…? ¿Estigmas…? – repitió un ser verde parecido a un camaleón por el
poder de transformación de su piel – acláramelo mujer, no te entiendo.
-
Pues eso…
por ejemplo, hoy nacer mujer es un estigma, tan sólo por ello vas adornada de
múltiples etiquetas. La de sumisa, débil, manipuladora, objeto, culpable de
todos los males, motivo de la bajeza del hombre, puta, pendeja, bruja,
siniestra, princesa… y un sinfín inacable. Pero no importa, porque si naces
hombre, te encuentras igualmente etiquetado por los instintos más básicos,
dominante, abusador, traidor, agresor, dictador, fuerte, salvador, el que lo
puede todo, el puto amo de su reinado, etc…
Lo peor es que además de todas las etiquetas
de género, se tienen que añadir otras producto de más diferenciación, así
también existen las etiquetas de gay, maricón, tortillera, beata, machote,
fulana, etc…
Pero sigue sin acabar ahí la cosa, porque si
hablamos estatus social, nacionalidades, política, culturas, razas o etnias
varias, tenemos a los subdesarrollados, tercermundistas, a los sudacas,
negritos, chinitos, a la casta, a la new age, a los nazis, a los rastas, a los
pagafantas, a los fachas, a los ninis…
Y si nos vamos por los caminos del espíritu,
nos encontramos con los falsos gurús, los charlatanes, los inquisidores, los de
las órdenes, los imitadores de cristo, los que no dan un palo al agua en nombre
del espíritu, los tarotistas de mercadillo y un sinfín de supercherías.
-My Good!!! – escuché exclamar con voz muy
pija a una alienígena con tipo de kardashian -. My Good!!! – repitió – no me lo
puedo creer… Eso es inhumano.
-
Lo es, es
terrible, sobre todo porque al final no existe un solo individuo en todo el
planeta que no lleve etiquetas, pues aunque te creas impoluto de ellas, si
preguntas al enemigo seguro que tienen muchas para ti.
Así da igual que seas blanco, negro o
colorao… que seas simpático, agradable, o un tarao… porque seguro que también eres
facha, o gay o de esos de la new age, algo tienes que tener que te separe del
todo. Si eres moreno de piel, tienes muchos números para ser un pobre ratero de
quien se tiene que desconfiar. Si eres musulmán eres terrorista de la yiha, si
eres colombiano del narcotráfico, si eres mejicano un machista de cuidado, sólo
si eres japonés pareces haberte ganado un respeto, pues tus movimientos
ritualísticos y serenos, te convierten en un gran ejemplo.
Tuve que
hacer un breve inciso para coger aire, pues todavía podría seguir sin encontrar
el fin.
-
Creéis que
acaba aquí la cosa, pues no, los estigmas no tienen fin, aún siquiera os he
hablado de las etiquetas a los pobres y
necesitados, vagos y uraños, ni de las minorías de los discapacitados, enfermos
y chalados, de los síndromes que a muchos avergüenzan y de los endemoniados.
-
Por favor,
déjalo aquí. Basta. No más. No lo puedo soportar… - gritó algo histérica una
glacial mujer que parecía que se iba a disolver… Entonces… ¿cómo lo hacéis…? –
me preguntó como si yo tuviera una respuesta que pudiera liberar a esos niños
que Trump separaba sin ninguna responsabilidad sobre lo que ello significaba -.
En realidad todos estáis enjaulados, separados por barrotes que os encasillan
por departamentos, como si fuerais tornillería en un taller para que ninguno se
mezcle con el otro, por si el mecánico se confunde.
-
Así es.
Sospecho que todo está escondido en la GRAN ETIQUETA – confesé -.
-
¿LA GRAN
ETIQUETA…? – se escuchó de forma repetida -.
-
¿Esa cual
es…? – preguntó un simplón con cara de bonachón, ojos de bolas negras y cejas
angulares.
-
La peor, la
que lo contiene todo, la que invita a la DUALIDAD UNIVERSAL, la GRAN ETIQUETA
DEL BIEN Y DEL MAL – les dije observándoles a ver cual era su reacción -.
-
¿El bien y
el mal? ¿Eso qué es? – pregunto una niñita con carita de ángel y ojos de
demonio inyectados en sangre -.
Me asusté.
No pude evitar dar un respingo al ver encarnado ambos lados en aquel ser que me
seguía observando esperando que le respondiera con alguna reflexión de las mías.
-
Bufff, creo que
ya lo entiendo, creo que el bien y el mal está en mi forma de mirar, en cómo te
veo, en como proyecto lo que yace en mis adentros.
Sorprendentemente,
conforme iba cejando en mi empeño por comprender como funcionaba la conciencia planetaria
y entrando en el silencio, a la niñita se le fueron aclarando sus vívidos ojos y
comenzó a sonreír. Para mi sorpresa, después de aquello, me sujetó de la mano y
me dijo…
-
Vamos al TODO
¿me acompañas…?
Sin pensármelo
sujeté su mano y la acompañé.
Cuando regresé
de esta meditación pude proyectar esa conciencia universal en la que por unos instantes
habité, sólo deseaba que aquella experiencia que ahora tenían mis células se convirtiera
en una realidad para todos los habitantes de este planeta. Tal y como lo sentí,
lo visualicé. Si, era posible habitar más allá de la dualidad, no es una utopía.
Hoy lo sé. Es mi experiencia.
Joanna Escuder
28 de Julio de 2018