CORAZÓN ROTO
Abandonada
me sentía, cuando tomé asiento en la orilla de La Bahía, desde allí, pude por
primera vez intuir tu barca y tu forma de navegar. Te acercabas a tierra firme
para venirme a buscar. No pude esperar más. Me levanté. Fui a tu encuentro. Me
lancé mar adentro. Me sumergí en la profundidad de aquel mar y sólo entonces
sentí que no íbamos a naufragar más. El abandono fue una invención de la
tristeza de mi corazón, que tuve que aprender a asumir. Ahora sé, que lo cierto
es, que fui yo quien te abandonó a ti.